En el centro del Jardín se encuentra el umbráculo, estructura de hierro y de ladrillo donde se desarrollan plantas que necesitan sombra, las esciófilas. Éstas se caracterizan por tener unas hojas grandes, de color verde intenso, que les permiten asimilar la energía de la luz difusa. Hay especies de diferentes orígenes, como las palmeras subtropicales, araliáceas asiáticas o helechos arborescentes de Centroamérica. En el estanque del interior encontramos plantas flotantes de origen tropical y subtropical, jacintos o lechugas de agua; y en la fachada sur crecen rosales trepadores.
A mediados del s. XIX el Jardín Botánico inició su colección de palmeras, que actualmente es una de las más completas e interesantes de Europa. Repartidas por todo el Jardín, crecen al aire
libre más de 120 especies: desde las naturales de los países tropicales y subtropicales hasta las que se cultivan en tierras templadas de Europa. En general, todas crean un conjunto de gran valor
ornamental; destacan aquellas de las que podemos obtener productos como el aceite de palma, las que sorprenden por su majestuosidad al tener dos siglos.
La palmera más especial del Jardín es una datilera que cuenta con más de 35 brazos.